miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿Pasa algo por matar ciclistas? (I)

Por Pablo León*

Hace un par de semanas un editorial del New York Times arrancaba con esta cuestión: It´s ok to kill cyclist? (¿Pasa algo por matar ciclistas? )Tras un leve accidente, la seguridad sobre el sillín comenzó a rondar en la cabeza de Daniel Duane, autor del artículo de opinión, usuario de la bici y confeso defensor de la misma.
“Empecé a prestar atención a los accidentes ciclistas y a las personas muertas”, explicaba en el texto Duane. Tras un análisis sobre las consecuencias legales de atropellar a un ciclista, concluía que en la mayoría de estados de Estados Unidos, si no había drogas implicadas o fuga, el conductor que había matado a un pedaleante no recibía una amonestación acorde con la gravedad de su acción. Además de hacer estallar las redes sociales con comentarios de defensores de la bici y haters de los pedales, generó una interesante cuestión: ¿protege la sociedad a los ciclistas?

Seattle. 2011. Un adolescente atropella a un ciclista de 49 años. La policía le multa con 42 dólares porque el chaval no estaba borracho y no había conducido de manera temeraria. “Si buscas en Google accidente y ciclista se pueden encontrar historias semejantes”, denuncia Duane en su artículo. Solo hay agravantes cuando el conductor se da a la fuga o ha consumido algún tipo de estupefaciente. Este verano, un joven de 26 años atropelló, en el madrileño barrio del Tetuán, a las 6 de la mañana a Oscar Fernández mientras iba al trabajo en su bici. Se dio a la fuga. Fernandez murió. Un par de días después, la policía le encontró. Tenía el carnet retirado y asumen que huyó porque podría haber estado borracho. El juez le tomó testimonio y le dejó en libertad con cargos. La indignación de los pedaleante no se hizo esperar. “No más ciclistas, asesinados”, gritaban en una manifestación que días después recorrió la capital reclamando justicia.

“Matar sale barato”, se lamentaba el hermano de Fernández. Cuando se produce un accidente entre dos coches todo el mundo entiende que ha habido un responsable. La policía interviene en el lugar para determinar ese grado de responsabilidad. Cuando la misma situación se produce entre un coche y una bici, parece que existe un impulso cultural a pensar que los accidentes son inevitables. “Los jueces se identifican con los conductores. Los policías se identifican con los conductores. Hay una especie de empatía casi inevitable porque todos van en coche”, resume Duane en el editorial.

Los ciclistas sienten que viven una cierta indefensión. En Estados Unidos, uno de los países menos bicifriendly del mundo, la industria de los pedales movió en 2012, 6.100 milliones de dólares y vendió 18,7 millones de bicicletas. Europa compra más bicis que coches al año desde hace tiempo. Italia y España se unieron a esta tendencia el pasado ejercicio. La bicicleta pública se está extendiendo por las principales capitales del mundo y lo mismo ocurre con la cultura ciclista. La legislación, la educación y las infraestructuras, sin embargo, no han evolucionado tan rápido. Un ejemplo, la velocidad en áreas urbanas. Aunque se habla de reducción, no se controla el cumplimiento. Este mismo mes, por ejemplo, cinco ciclistas han fallecido en las calles de Londres. 

(Continuará)

* I Love Bicis

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