lunes, 23 de diciembre de 2013

¿Pasa algo por matar ciclistas? (y II)

Un editorial del New York Times arrancaba con esta pregunta: It´s ok to kill cyclist? Daniel Duane analizó las consecuencias legales de atropellar a un ciclista y llegó a la conclusión de que el conductor que había matado a un pedaleante no recibía una amonestación acorde con la gravedad de su acción. Lanzó al aire una interesante cuestión: ¿protege la sociedad a los ciclistas? Segunda entrega de la reflexión.

Las normas están pensadas para los coches. Algunas se han adaptado a las motos. Las bicicletas no poseen amparo legal específico. “En España, la nueva Ley de Tráfico quería paliar esta indefensión, pero la normativa que defiende es completamente aberrante y anticiclista”, denuncian desde Conbici, coordinadora que aglutina a más de 55 asociaciones de toda España y que defiende al colectivo. En general, los ciclistas consideran que la ley debería reconocer las diferencias entres bicis y coches y no tratarlos de manera semejante.

Mientras la normativa no avanza, algunos ciclistas la interpretan a su manera. Ignoran algunas normas o copian la legislación vigente en otros países que permite interpretar algunos semáforos rojos como ambar o circular a contramano. Actitudes que irritan a conductores y que transmiten la sensación de que el ciclista hace lo que quiere. Un ser sin obligaciones y por lo tanto, según esgrimen algunos, sin derechos. 

En el espacio urbano se está viviendo un conflicto cultural. Alguno lo elevan a la categoría de guerra. En su reflexión, Duane hace varios apuntes con respecto al lenguaje empleado en los artículos periodísticos que describían los accidentes. Y cómo, de alguna manera, insinuaban una cierta inevitablidad. Trasladado a España, cuando la prensa nacional se enfrenta a una muerte ciclista aparece recurrentemente el casco. En muchos medios, azuzados por la Dirección General de Tráfico y su deseo de imporner el casco obligatorio en ciudad, se puede ver repetida esta frase: “Y el ciclista no llevaba casco”. No importa que ese elemento no hubiera tenido relevancia en el suceso. Ni las condiciones del accidente. Esta frase esconde una sutil culpabilización del usuario de la bicicleta. "Es tu responsabilidad, por no ir protegido", se podría leer entre líneas. 
En caso de atropello, la eficacia del casco es casi nula. Ni siquiera una armadura podría proteger el cuerpo de una persona frente al peso de un automóvil de más de 1.000 kilos. En siete de cada diez muertes ciclistas producidas en España estaba implicado otro vehículo, normalmente un coche o un camión. Y, a pesar de la guerra de cifras que se está viviendo para justificar la imposición, la mayoría de los ciclistas fallecidos el año pasado, el 63%, llevaba casco. De lo que se puede deducir que igual son necesarias otras políticas. Por otro lado, varios estudios estadounidenses sugieren que en más de la mitad de los accidente en los que ha habido un vehículo y una bicicleta implicados, el conductor había cometido algún tipo de descuido. “Hay algo que no está funcionando bien en el sistema de justicia”, relataba Duane en su artículo de opinión. Evidentemente ocurre algo cuando, a pesar de los estudios científicos, la responsabilidad tácita del accidente recae, en última instancia, en los pedaleantes. 

Mientras llega la cobertura legal, que debería emanar del poder público, el sentido común es la mejor arma para proteger a los ciclistas. Los pedaleantes siendo conscientes de lo vulnerables que son. Sin alarmismos sino haciéndose ver ocupando el medio del carril y por la noche llevando luces, por ejemplo. Los conductores teniendo en cuenta esa fragilidad; siendo conscientes de que pegar un acelerón al lado de una bicicleta, pasar demasiado cerca o rozarla puede tener consecuencias muy graves. Al volante, el menor despiste puede ser fatal si hay un usuario de la bicicleta implicado. Esta actitud, por ahora, debe surgir de los ciudadanos. Las calles de las ciudades en las que vivimos no pueden convertirse en un campo de batalla, con víctimas incluidas.

I Love Bicis

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