Por Dulce Culotte
Si
solo hubiera que escoger una palabra
para definir lo que es una bicicleta, no habría otra más que libertad.
Suena a tópico, pero así es, con el impulso de cada un@ y con un poquito de maña,
se pone en marcha el ciclo hacia cualquier destino concreto e incluso…
imaginario.
Bicicleta
para moverte en tu localidad como alternativa de transporte, saludable, limpia
y lúdica a la vez.
Bicicleta
de huida en fin de semana, desahogo de emancipación en libertad, búsqueda de la
aislamiento interior o del recreo
colectivo.
Bicicleta
de viaje de ruta en ruta, hacer turismo, seguir caminos, llegar a pueblos,
conocer ciudades, países, continentes…
Bicicleta
para hacer deporte durante unos intervalos, para chamuscar cosas que nos
sobran, para saber que todavía nuestro cuerpo nos pertenece.
Y
por supuesto, bicicleta para pasear.
Cuando
todo son prisas para llegar a “todo”, en bicicleta pasas al otro lado, donde no hay prisa, siempre vas en camino, y sabes
que llegas, nada te detiene, el tiempo toma otra mesura, el destino de llegada
siempre esta a la vuelta, vences a la impaciencia. La bicicleta es rápida, nada
la estanca, tiene su rumbo, siembra paciencia y es cien por cien un transporte
rentable.
Carriles,
carreteras, caminos, los cinco sentidos despiertos y más vivos que nunca, en
movimiento, olores, sonidos, sensaciones, el aire en la cara… y un retorno, un
regreso, en un movimiento de piernas.
La
bicicleta es el medio de transporte de la utopia, el viaje de las quimeras, y no se necesita mucho
para empezar, bicis antiguas, de
montaña, hibridas, plegables… solamente ganas de ser dueñ@s de nuestros
movimientos, de marcar la dirección de nuestro pasaje de entrada y salida.
La
bici, es un reto sin azotea, una fiesta
que podemos hacer diaria.
Un
sueño, un desvarío, un viejo camino interminable, paisajes esculpidos por un
río, coronar un puerto y saborear la altura, tocar el mar o simplemente llegar
a tu trabajo ¡Quien da más!
San
Pedales ¡Ruega por nosotras!
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