domingo, 14 de octubre de 2012

La autocomplacencia de la bicicleta

Boina de contaminación en Madrid. Foto: Uly Martín. El País
 Escrito por Alberto Castro*

Hace ya tiempo que quiero hacer una reflexión en voz alta sobre la introdución de la bicicleta (pública o no) en la movilidad urbana. A veces se ha planteado como un objetivo de la bicicleta pública el aumento el uso de la bicicleta.
Con anterioridad yo mismo he cometido el error de considerar esto como un fin en sí mismo, pero no lo es. ¿Por qué es bueno que aumente la distribución modal de la bicicleta en una ciudad? La respuesta es: “Pues depende de donde vengan esos ciclistas”. Si el usuario de la bicicleta viene del peatón, el mayor beneficio para esa persona es conseguir desplazamientos más amplios o en un menor tiempo. Si el usuario viene del transporte público, podemos mejorar su salud a través del ejercicio físico o su bolsillo a través de un medio de transporte más barato. Intentar captar usuarios de estos dos grupos es lícito, siempre y cuando quede plasmado previamente como objetivo cuantificable, pero hay que dejar claro que los mayores beneficios no vienen de ahí, sino de pasar viajes del coche a la bicicleta.

El coche tiene unos efectos negativos en la sociedad que van más a allá de los problemas de contaminación, pero hoy nos centraremos en esto. Hace unos días se publicaba un estudio de Ecologistas en Acción en el que se afirmaba que el 94% de los españoles respira aire contaminado que supera los niveles establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 22% según los niveles de la Unión Europea, que es menos exigente. La misma OMS ya ha confirmado que las partículas en suspensión del diesel provocan cáncer. Así que el asunto es serio, tenemos un problema de salud pública encima de la mesa. De modo, que ya no vale seguir lanzando palabras bonitas a la bicicleta y al mismo tiempo seguir subvencionando el uso del vehículo motorizado. Hay que ser claros y centrarse en reducir el uso del coche.

Los sistemas de bicicleta pública tienen que ir acompañados de encuestas que aclaren qué porcentaje de los viajes estamos restando al coche para poder cuantificar nuestro éxito. Las estimaciones basadas en que el 100% de los viajes de la bicicleta pública vienen del coche ya no tienen lugar, más aún cuando ya se sabe que ese porcentaje ronda en realidad el 6% en ciudades grandes españolas. Y lo mismo que digo para la bicicleta pública, lo digo para la privada. ¿O acaso todos los usuarios de bicicleta privada vienen realmente del coche? Pues no; y no creo que sus índices disten mucho de los de la bicicleta pública. Y esto pasa porque mientras los técnicos municipales han hecho intentos más o menos acertados para promover la bicicleta, se han olvidado de que lo principal es reducir el espacio y la velocidad del coche. Pasa porque los políticos en su obsesión por no perder votos, han prefierido decirle a todo el mundo lo que quiere oír. Pasa porque las asociaciones han hecho la guerra por su cuenta y se han centrado en incrementar la utilización de la bicicleta, descuidado el respeto a otros medios sostenibles como el peatón. Y pasa porque, en general, se idolatra a ciudades con muchas bicicletas, sin prestar atención a la proporción de coches.

Así que, si lo que queremos es tener ciudades menos contaminadas y más habitables, mover viajeros de un modo de transporte sostenible a otro no sirve de nada. Promover la bicicleta (ya sea pública o privada) sin hablar del coche, sólo sirve para apaciguar conciencias, aumentar egos y posponer problemas.

* Publicado en La bicicleta pública en España

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